La manada asustada (PARTE 1)

Nota del autor: Este es un relato de ciencia ficción – bélico, ficción que a veces me atrevo a redactar y darle forma. No suelo escribir de esta manera en el blog pero me he animado a sacar mi lado más “Tolkien” Esta historia conforma 3 partes que espero que gusten. Está escrita bajo aquellos ojos del niño que fui una vez. Escondido en un papel del cajón de mi escritorio la he rescatado. ¡La imaginación que tenía y que me imaginaba estar ahí, sintiéndolo! Es un reto para mí describirla y que lo sintáis. No olvidar de comentar. Un fuerte saludo.

LA MANADA ASUSTADA

Tras el temor que se escondía en nuestra trinchera llena de arena, veíamos al enemigo crecer en número. Aquellas vainas de descenso que se dejaban caer por todo el caótico escenario hizo estremecer mi corazón… Estaban aterrizando.

El velo de humo que dejaban en el aire y el sonido del despliegue de sus puertas al abrir traían ese temor: tu propio rifle tiembla contigo.

El plasma dejaba aquellas huellas en el suelo haciendo que el polvo se viniese a nosotros. Cada vez estaban más cerca y más cerca aún, estaba nuestro final. Fui consciente de ello detrás de mi traje. Tuve la buena suerte de que mis lobos, que confiaban tanto en mí, no viesen mi miedo debajo del casco. Sus miradas y sus ojos jamás caerán.

La sangre de mis soldados supuraron en nuestra trinchera.  Aquello se estaba empezando a convertir en un campo de ruinas del que mejor olvidar. No había nada qué o a quién salvar: sólo nuestra propia existencia. Así pensé cuando pronuncié mi épica hablada: “Nunca seremos olvidados”, “nuestros grupos se están reagrupando”, “Tened fe”, “Vendrán a por nosotros”, “Aguantad”. Había que dar esperanza a sabiendas que la aparición de aquella nave nodriza en mitad del campo de batalla daba a entender que los otros grupos habían fallado y que, nuestra misión de defender su regreso, se estaba convirtiendo en un “morir luchando”.

Mis lobos se estremecieron cuando uno de los enemigos saltó de la trinchera con aquel odio. Clavé tan rápido como pude el puñal… Dejé caer el cuerpo y por unos instantes sentí el alivio en sus caras de que su capitán y lobo estaba con ellos.

Atrincherado, seguía preocupado por las otras manadas, no había contacto alguno con ellos, ni por radio ni por el casco.  Me presagiaba lo peor. No quise atender al detalle de las vainas que el general nos explicó… “Si observáis vainas sobresalir del cielo significa que han atravesado la atmósfera”. Porque, efectivamente, ya estaban aquí, el ataque aéreo falló.

Jamás entendí porqué nos desconectaron de aquello, dejándonos en la primera fila de batalla, a nuestra suerte. Soy un hombre de fe y valentía. No lo di por perdido y me ajusté al plan suicida del que sabía que no iba a salir. Me acerqué a uno de los ingenieros y le expliqué que debía hacer lo correcto. Ese hombre confiaba en mí, su cara de circunstancia mientras presionaba los códigos de la maleta me estaban empezando a desnudar ante el resto de los soldados…

La maleta sería entregada al líder de la manada del grupo Alfa antes de que aquella nave de proporciones inimaginables volviese a aparecer.

Él me entendió y sólo pude darle la mano antes de pedirle la última orden: Cubrirme hasta llegar al medio de aquel caos. La maleta contenía el dispositivo que podría ayudarnos a salir con vida.

Aquel soldado mostró sus dedos a sus compañeros, tres dedos que marcarían mi cuenta atrás. Tres, dos y en el tiempo que escondía el último dedo salté…